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¿El premio Nobel salvará los muebles?

(Tercer artículo de una trilogía originalmente publicada entre agosto, septiembre y octubre de 2016 por el medio digital colombiano m.laorejaroja.com en el marco de los acuerdos de paz y el plebiscito por la paz).


Tengamos mirada panorámica y con esa perspectiva, seamos responsables. 

Día 02 de octubre, los colombianos perdimos la oportunidad irrepetible de refrendar por medio de un plebiscito los acuerdos de paz entre nuestro gobierno y las FARC. Los del “Sí”, fuimos sometidos por los electores indiferentes (quienes conforman los altos índices de abstención en el país), que por omisión, manifestaron su incapacidad de comprender la importancia de un plebiscito que ponía fin a la guerra, o que en su defecto, al desconocer los acuerdos de paz estaría aceitando las máquinas para iniciar un nuevo capítulo de conflicto en Colombia.

Los del “No”, hacen parte de una categoría arribista y reaccionaria dispuesta a sacrificar cualquier cosa con tal de mantener y prolongar su status quo. Después del 02 de octubre de 2016 Colombia va perdiendo en la cancha 1-3 frente al Partido Centro Democrático. Porque sí, el Uribismo ha puesto contra la pared los intereses nacionales. A pesar del silencio cómplice de los más informados, quienes saben que en efecto, con la polarización rampante que existe hoy en el país, con las exigencias que vienen haciendo los grupos de poder que desde el fatídico día 02 y hasta el presente, manifiestan ser los dueños de la pelota, nos encontramos sobre un auténtico polvorín.

En su casi segura Casa de Nariño, el Presidente Santos dejó de ser visitado por Morfeo, en ese trasnocho que solo ilumina a los combatientes, a los poetas y a las ardientes trabajadoras de la noche, ciertos duendes malignos – Porque sí, son los dueños de la casa - le han hablado de un nuevo “Frente Nacional” al presidente. Bajo la humanitaria figura de ´Unidad Nacional´ o ´Pacto Nacional´, han ido traficando por los pasillos del Palacio llevando ideas cargadas de dinamita. Voces enviadas por otras voces han sugerido la necesidad de convocar a una nueva "Asamblea Constitucional", otra forma de Frente Nacional más peligroso para las garantías constitucionales ya existentes. Pareciera que aquella vieja costumbre patronal de las cartas de batalla del siglo XIX se acerca a encontrar en el momento presente, una atmósfera propicia para recuperar posición a través de una ´Asamblea Constitucional´.

¿Pero acaso con un nuevo frente nacional no se saca del juego a las FARC? Buscar expulsar de cualquier nuevo espacio político de discusión democrática a la guerrilla puede hipotéticamente producir dos cosas; que éstas se sometan sacrificando verdad y reparación para las auténticas víctimas (campesinos pobres y desplazados), o que éstas, acudan a su naturaleza guerrera manteniendo su unidad de mando, o más aun, que dentro de una proyección de defecto, se activen facciones mucho más letales y con objetivos más específicos en el ejercicio del conflicto armado dirigido a escenarios urbanos.

Los que por acción u omisión dijeron “No” en el plebiscito, abrieron la caja de Pandora. Inmersos en lo incierto como estamos en el presente, contamos de forma silenciosa los sucesos que transcurren y las horas que faltan para que se consolide una etapa más oscura.

El uribismo ha logrado su objetivo, ese ánimo conciliador con el que hemos visto al ex presidente, es tan solo una máscara útil y recurrente, su retorno al Palacio de Nariño es la demostración pública de haber ganado la partida. Ingenuamente hemos creído que sobre el uribismo recaerá el señalamiento y la culpa histórica a causa de haber echado a la basura los acuerdos definitivos de paz, una cadena de hechos y el balance de diversos politólogos, nos demuestra que el expresidente es un ser con capacidad para no dejarse afectar por las situaciones más controversiales.

“El efecto teflón” le llaman, aún en los momentos más cuestionados de su gobierno, Uribe Vélez no fue afectado por crisis de gobernabilidad alguna, al tiempo que mantuvo también altos índices de aceptación popular. El escándalo de los falsos positivos y el dolor de las madres de Soacha, no fueron más que incidentes colaterales de un “hacedor de patria”. El efecto teflón sigue siendo explotado ante la posibilidad de que en el futuro las FARC empuñen de nuevo las armas, en una dinámica que ya no solo será en el monte, Uribe Vélez muy seguramente será visto como un salvador.

Ese giro que no ocurrió

En un mundo lleno de confrontaciones Colombia era el país llamado a dar ejemplo de tolerancia, pero le dijimos al mundo entero que no hemos podido superar nuestros odios. Desechamos la necesidad imperiosa de las sociedades desarrolladas por demostrar que el paradigma de la democracia funciona. Colombia iba a ser el faro para un planeta en tinieblas. El discurso actual de las FARC que aun no logra superar el aislamiento histórico tan propio como entendible, de cualquier combatiente que pasa más de dos décadas en la guerra, con los diálogos en La Habana, con sus rondas (los viajes de miembros de las FARC) por Europa, pero más aún, con la demostración real de voluntad de paz, ha ganado aceptación en el mundo. Frente a un posible nuevo teatro de conflicto, las FARC tal vez obtendrían admiración, y ante la posibilidad inminente de nueva guerra, cualquier gobierno poderoso con sus propios intereses para establecer otro tipo de balance, no dudaría en proporcionarles tecnología bélica de punta.

El país está ahondando en preocupantes niveles de fragmentación social, cada grupo de poder se radicaliza en la defensa de sus intereses gremiales. Muchos de los que votaron “No”, lo hicieron para evitar la incertidumbre, con ello sumieron al país en un auténtico estado de incertidumbre. Las artimañas empleadas por los grandes voceros del “No”, han puesto bajo enorme riesgo la seguridad de un país.

En esas noches interminables y caóticas que ha experimentado el Presidente Santos aturdido por las pretensiones de los  duendes, la voz de un daimón lo ha despertado, le han concedido un premio Nobel. Herramienta de batalla que alienta al presidencialismo y pone en alerta roja a los reaccionarios. Las barras de la comunidad internacional aprietan en el segundo tiempo, buscando cambiar el resultado inicial del juego, pero el aliento desde la tribuna no es suficiente. ¿Acaso la activación de solicitudes de la Justicia Internacional por crímenes de lesa humanidad a cierto caudillo no sería el movimiento certero?

La vida nos brindó a los colombianos la oportunidad de superar un largo conflicto armado, “la variopinta coalición del no” (en palabras del historiador colombiano Marco Palacios), con su vocación totalitaria ha dicho que es la dueña y señora de todas las razones y el destino de Colombia. 

El reloj de la historia sigue avanzando. Tic tac, tic tac.


Fabián Vega Villazón.

Escritor y abogado de la Universidad Nacional de Colombia, con Especialización en Derecho Público de la Universidad Externado de Colombia y candidato a Magíster en Derecho de Estado.

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